Esta película nos resalta la importancia de la libertad de una mujer que cuenta la historia de otra mujer.
Reseña por Constanza Jorquera. e ilustración por Francisca Inda.
La tercera película de Sofia Coppola comenzó a gestarse en 2001 tras adquirir los derechos cinematográficos del libro “Marie Antoinette: The Journey” de la historiadora británica Lady Antonia Fraser. María Antonieta siempre ha sido objeto de extremos de hostilidad y simpatía, y esta obra es un retrato íntimo que diera una impresión del mundo desde su mirada.
Desde su lanzamiento en 2006, la historia de la última reina de Francia llevada al cine por Sofia Coppola recibió críticas mixtas, pero su decisión de aproximarse a la realeza francesa del siglo XVIII desde la mirada de una joven utilizada como símbolo político para asegurar el estatus social de su familia y que se convertiría en reina, ha adquirido relevancia con el paso del tiempo no sólo desde la teoría del cine y la consolidación de Coppola en la industria, sino porque se ha convertido en una de las películas claves para comprender el impacto de la experiencia de ser una chica en la cultura pop.
La filmografía de Coppola se caracteriza por abordar los problemas de identidad juvenil femenina y llegamos a esta historia con la idea de que la joven María Antonieta pasa toda su vida en una burbuja desconectada de la dura realidad, lo cual no deja de ser cierto y le valió el apodo de “Madame Déficit” en medio de la crisis económica, política y social durante el reinado de Luis XVI, pero Sofía nos permite recorrer el Palacio de Versalles y los recovecos de la realidad también compleja de la última y trágica reina de Francia, porque a ella nunca se le enseñó a ver más allá de las puertas del palacio: Mi actitud fue: "¿Cómo le gustaría Marie que fuera una película sobre su vida?”. Me sentí obligada a retratar cómo su historia había sido tergiversada con el tiempo. Tuve la idea de cómo interpretar su vida de una manera que pareciera juvenil y femenina en lugar de académica, dijo la cineasta en una entrevista en la revista Vogue.
En Marie Antoinette vemos una vulnerabilidad infantil que evolucionó hasta convertirse en una mujer que asumió el papel de Reina de Francia, cuyo fatídico destino estaría ligado a uno de los hitos y transformaciones más importantes de la historia: la Revolución Francesa. Vemos a una niña que deja su natal Austria y todo lo que conocía para inocentemente complacer a su nuevo esposo, a quien acaba de conocer, sin reconocer ni procesar sus deseos y necesidades como esposa, así como tampoco las expectativas de la corte y la sociedad por engendrar al heredero de la corona.
Tenía sólo 14 años cuando dejó Austria para casarse con el príncipe, convirtiéndose en reyes años después. La película sí muestra las contradicciones que la convierten en una figura histórica ambigua, moviéndose entre la observación desde el exterior y la percepción interior para que la audiencia experimente tanto empatía como alejamiento de esta (anti)heroína.