“El duelo no tiene distancia. El dolor viene en oleadas, paroxismos, aprensiones repentinas que debilitan las rodillas y ciegan los ojos, y borran la cotidianidad de la vida”.
Joan Didion, El año del pensamiento mágico.
Texto por Constanza Jorquera.
Este es el primer Día de la Madre en el que no estás. Aunque sea obvia la razón, no sé por qué llevo varios días con tanta pena. Supongo que será igual para tu cumpleaños en agosto.
Te fuiste hace nueve meses y tres días. Es el primer Día de la Madre en el que no estamos juntas y debo ir a “verte” a un lugar que se supone que simboliza que estás allí. Todos los Día de la Madre despertabas antes que yo, porque el domingo es el único día en que puedo despertar más tarde. Te escuchaba caminar con tus pantuflas hacia la cocina, poner el hervidor y prepararte tu café con leche. Me levantaba, iba a tu pieza, a tu cama, en esa donde dejaste de existir hace nueve meses y cuatro días, te daba un abrazo y un regalo que habías elegido con anticipación. Te ayudaba a romper el papel de regalo y siempre actuabas sorprendida, siempre era ropa, zapatos y el perfume que querías en ese momento que te ponías con una gran sonrisa.
Cuando era niña te regalaba tarjetas hechas por mi que aún están guardadas en uno de los cajones del mueble que está en tu pieza. En los últimos años me preguntabas dónde estaba esa niña que te escribía tarjetas preciosas con tanto amor. Como ya no podías leer, pensé que era mejor regalarte todas las cosas que no pude antes.
Te compraba una torta e íbamos a un café donde siempre pedías café helado y más torta. Después le contabas a todo el mundo que lo habías pasado tan bien.
Nunca me ha gustado mucho el café helado, pero cada vez que lo veo en un menú o en una mesa me acuerdo de ti. Cada vez que me pongo perfume me acuerdo de ti. Cada vez que voy a un café, veo los pasteles y recuerdo que ya no tengo que comprar uno para llevar y traerlo a casa me acuerdo de ti.
El Día de la Madre era un día de las dos, sólo estábamos las dos, algo silencioso. A veces sonaba el teléfono en la mañana o la noche.
Nunca me ha gustado el Día de la Madre y el Día del Padre. Me incomodan, por alguna razón ver mis redes sociales inundadas de fotos familiares me hace sentir incómoda. Este año he pensado cómo las personas han pasado el primer Día de la Madre sin una mamá, si se acostumbran a que sea un día más o a ir al cementerio. No iba hace tiempo al cementerio, sabes por qué y sé que está bien (aunque me sienta culpable por todas mis acciones y no acciones en mi vida), pero vengo preparándome hace días, preguntándome si es suficiente llevarte flores o debería llevar otras cosas.
Decidí ir hoy, sábado, con ese sol típico de las tardes de otoño. Me levanté temprano, fui a la cocina a prepararme desayuno, no estabas ahí. Miré hacia tu pieza y no estás ahí. Me sentí menos sola viendo a tantas personas comprando flores y haciendo el mismo ritual que yo, pese a que mientras caminaba y llegaba a tu tumba solo se veían un par de personas a lo lejos.
No sé por qué, pero al ver tu nombre en la lápida no siento nada, es como un adormecimiento o disociación. Todo estaba muy sucio y por primera vez ver tu nombre cubierto de polvo y ramas me hizo sentir como si mi cuerpo hirviera entre pena, rabia, resentimiento y culpa. Significa que nadie fue a verte después de mí.
“Siento que hasta después de morir sólo me tienes a mí” - te dije.
Después de una hora, dejé todo muy limpio y con muchas flores como te gustaría, y aproveché de leer un poco. He estado leyendo varios libros sobre el duelo, ese que cargaste múltiples veces. A veces me pregunto cómo he podido seguir viviendo con los duelos de los seres que más he amado a cuestas.
Te conversé un poco sobre cómo me había ido, como todos los días cuando llegaba a casa, aunque supongo que desde algún lugar lo sabes. Puse la playlist de duelo, porque necesitaba llorar aunque fuese un poco para poder irme más liviana.
Llegó el atardecer naranja, ese color que me recuerda a tí como el azul. No me gusta la lluvia, pero espero que llueva pronto para que las flores no se sequen tan rápido.
Desde este primer Día de la Madre en el que no estás no hay perfumes, ropa, café helado ni torta, pero siempre tendrás muchas flores y seguirá siendo un día para las dos.
¡Feliz Día de la Madre!
Te ama, Cony.