“Ensayando suavidad y huecos, palabras femeninas, dije lo que había que decir.”
Portada y diagramación: änëmonë
Texto: Constanza Jorquera, Fundadora del Club de Té
Ilustraciones:
änëmonë
Cam Estela
Catalina Cartagena
El Unicornio que Dibuja
Espacio Grumoso
Frufrú
Macarena Toro
Ode Tacussis
On Reivni
Pau Braw Art
Pintados a Mano
Rocío Ramírez
Shine like a Cat
TopoPanda
Apoyo en la diagramación: Marta Barrales
Basado en las siguientes obras de Julieta Kirkwood:
Kirkwood, Julieta. Ser política en Chile. Las feministas y los partidos. Santiago de Chile: FLACSO, 1986.
Kirkwood, Julieta. Tejiendo rebeldías: escritos feministas de Julieta Kirkwood hilvanados por Patricia Crispi. Santiago de Chile: CEM, 1987.
Kirkwood, Julieta. Feminarios. Colección Clásicos recuperados. Buenos Aires: CLACSO, 2017.
Agradecimientos a quienes fueron sus amigas, grandes mujeres e intelectuales chilenas como ella
que compartieron sus testimonios:
Alicia Frohmann
Elena Serrano
Patricia Crispi
María Julieta Kirkwood Bañados nació el 5 de abril de 1936 en Santiago de Chile y murió 49 años después el 8 de abril en la misma ciudad. Comencé a escribir este fanzine de homenaje cuando hubiera cumplido 74 años, el 5 de abril de 2020 en Santiago de Chile y lo comenzamos a armar, bajo Microeditorial Pancito, el día de aniversario de su fallecimiento, 35 años después, el 8 de abril de 2020, en la misma ciudad.
Habitar el mismo lugar que tus referentes o ídolos no es muy común en nuestros países. Soñamos con visitar casas, calles, bares, universidades y hasta cementerios donde transitó la vida de quienes admiramos.
Julieta Kirkwood nació y vivió en la misma ciudad donde yo nací y he vivido, pero nuestras vidas no se cruzaron en el existir, porque nací cuatro años después de su fallecimiento. Su vida se desarrolló en la academia, en las calles en su incansable activismo por recuperar la democracia en Chile, pero que no pudo ver cumplir. Socióloga y cientista política de la Universidad de Chile que, hasta su muerte, en 1985, fue profesora e investigadora en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y prolífica producción académica dio palabra y sustancia al feminismo de los nuevos tiempos.
Pretendemos recuperar uno de los más plenos y significativos de los derechos humanos perdidos: la posibilidad de comprender y transformar el mundo en que nos ha correspondido vivir.
Por esas cosas de la vida y la historia, en esas mismas calles, la lucha por la dignidad, igualdad y la justicia social nos llevó a volver a perder esos derechos humanos, pero hoy seguimos luchando para volver a recuperarlos, a recuperarlo todo.
Su lema “democracia en el país y en la casa” marcó a toda una generación de mujeres que lucharon desde todos los sectores por recuperar la democracia, la verdad y la justicia. Como académica, militante del Partido Socialista, madre, y en especial, mujer, había experimentado cotidianamente el machismo, sexismo y múltiples violencias, rodeada de hombres, y sabía que el “problema de la mujer”, no se resolvería sin la completa liberación en lo público y lo privado, en todas las esferas de la vida.
Contra la dictadura de Augusto Pinochet; contra la dictadura en las calles; contra la dictadura en las habitaciones, entre las cacerolas y las cunas, contra la dictadura del saber y el conocimiento, Julieta Kirkwood nos dejó una fuente inagotable de herramientas propias para derribar nuestras opresiones.
Su nombre se repetía entre académicas y académicos en la universidad, algunas personas que la conocieron y trabajaron con ella, en algunas referencias en las clases, pero lo cierto es que tanto yo como mi generación de mujeres no sabemos mucho de ella, pero sí de sus ideas y es allí donde entendemos que Julieta Kirkwood es parte fundamental de nuestra genealogía feminista.
¿Qué hubiese pensado Julieta si estuviese viva ahora y fuera testigo de lo que está sucediendo en Chile? ¿Qué tendría que decir? ¿Qué haría? ¿Qué consejos nos daría a las mujeres más jóvenes que intentamos resistir y luchar como podemos en un presente y futuro tan inciertos?
De origen latino, Julieta significa “que es de fuerte raíz”, y así era ella, porfiada, furiosa, fuerte, comprometida por llegar hasta la raíz para construir un feminismo consciente, sólido, fuerte y en constante crecimiento.
“Moza insolente, sonrisa fácil y pelo desordenado”, señaló su gran amiga, Patricia Crispi, encargada de compilar, mas bien, hilvanar, Tejiendo Rebeldías, publicado en 1987.
El pensamiento de Julieta Kirkwood se desarrolló en dos dimensiones, la relación entre las mujeres y la producción de conocimiento, y la relación entre las mujeres, el poder y la política. Su teorización y práctica política se caracterizaron por la rebeldía hacia lo establecido en la ciencia, el lenguaje, las instituciones, todo aquello que históricamente impuso normas y castigos a las mujeres, impidiendoles desarrollarse plenamente en la esfera pública y privada.
La multiplicidad de su ser responde a sus necesidades intelectuales y visión de mundo, donde a lo largo de su vida y obra se muestra su rol como investigadora, en la búsqueda por el saber en los rincones donde nadie miraba, y tejedora, de chalecos mientras conversaba con sus amigas y compañeras en algún rincón, de historia y saber feminista, de palabra, de teoría.
Esa misión de descubrir y crear, su suavidad y fuerza, es destacada por sus amigas cercanas y compañeras de militancia y academia, usando metáforas y analogías poéticas para expresar el tejido que siempre estaba en su cabeza.
En 1979, fundó el Círculo de Estudios de la Mujer (CEM), donde profesionales de diversas áreas del conocimiento analizan y publican sobre ser mujeres en Chile y en el mundo, paralelamente a su docencia e investigación, organizaba, editaba y publicaba en el Boletín del CEM y en la revista Furia. Siguió hilvanando, fundando, creando junto a sus amigas y compañeras, en 1983 espacios como la Casa de la Mujer La Morada y el Movimiento Feminista de Chile – conocido como MEMCH-83 –, heredera del Movimiento Pro Emancipación de las Mujeres de Chile (MEMCH) que lograron el sufragio femenino en 1949, con cuyas fundadoras se reunían a tomar y compartir experiencias.
Julieta Kirkwood representó la articulación perfecta entre teoría y praxis feminista, buscando la relación entre la historia del feminismo, los movimientos sociales y la política, siempre desde la voz de las mismas mujeres, desde adentro.
Para analizar si el feminismo es algo nuevo o viejo, como rebeldía y protesta —y ya que no podemos revisar toda la historia— formulamos una hipótesis simple: desde el momento mismo en que se produce la contradicción entre lo teórico propuesto y lo vivido, quedará también determinada la posibilidad de la rebelión femenina (Feminarios, 2017).
Su vida permitió hallar los llamados “nudos de la sabiduría feminista”, no cortarlos, como esos años del silencio que pudo identificar tras el movimiento sufragista en Chile o esos cortes en la historia donde las mujeres fueron borradas de los acontecimientos, sino desenredarlos con paciencia, suavidad y meticulosidad, hilo por hilo, para comenzar a tejer algo nuevo.
Vivió lo que significa ser profesional y hacerse un camino como profesional, académica e intelectual en un mundo dominado por hombres; vivió los los prejuicios por ser madre de dos hijos de diferentes padres, vivió ser censurada y castigada por su opinión sobre la necesidad de una Ley de Divorcio en Chile, lo que trajo como consecuencia que la Academia de Humanismo Cristiano la despidiera y quitara el respaldo institucional al Círculo de Estudios de la Mujer (CEM); vivió las burlas y ataques hacia ella y sus amigas en el movimiento feminista por parte de los hombres, así como ser detenida por manifestarse en manos de la policía.
Ella vivió y dejó testimonio de las mismas violencias que vivimos nosotras. En sus escritos de furia nos dice “no están solas”.
Esa furia meticulosa e incansable la llevó a seguir hilvanando hasta la raíz, desde brujas a cosmonautas, desde el MEMCH, las sufragistas, hasta cada mujer pelando almendras y ordenando las camas de sus hijes, revés y derecho, hacia el futuro y vuelta, para dejarnos esos tejidos que las feministas de hoy debemos continuar, para que las que nos siguen nos acompañen y sigan adelante, sin parar nunca de tejer, soltar, liberar, furiosas, porfiadas, siempre porfiadas, como niñas bonitas y hienas con falda.
Mientras usted, patriarca ridículo, escupe y carraspea
y vocifera poder en bandos seriados
yo ordeno y compagino mis papeles
acumulo y pavimento en letras
(Tejiendo Rebeldías, 1987)
Este fanzine pretende aportar en la visibilización y reconstrucción de nuestra genealogía feminista, pues nuestra lucha en las calles, espacios domésticos, laborales y estudiantes, es posible gracias a las mujeres que nos precedieron, a las sufragistas del MEMCH, pues gracias a ellas se consolidó la primera ola del feminismo latinoamericano con el derecho a sufragio en 1949 en Chile y nuestra entrada definitiva a la política. Luego, el periodo que Julieta Kirkwood denominó “los años del silencio”, cuyas sombras despertaron sus ganas de renacer el feminismo chileno en un contexto de lucha por recuperación de la democracia.
Sabía que la liberación aún no estaba alcanzada, conocía y proyectaba su realidad hacia quienes iban a seguir con su legado. Nuestra liberación también es la de ella, sus compañeras y amigas, nuestras ancestras.
La liberación no se regala, ni se concede ni se compra; se hace, y se va haciendo sólo en la medida en que se concrete en la realidad, y, al hacerse, se irá dando sus propias luces.
Tiempo de Feminismo (Extracto editorial de la revista Furia Nº5, julio de 1983)
Testimonios de sus amigas
El feminismo es autoformativo, es decir, un proceso de consciencia y práctica que no se enseña en la educación formal escolar y universitaria, sino que responde a la observación y vivencia del patriarcado en nuestra cotidianidad, compartiendo con las mujeres que nos rodean, punto por punto, lanzando la hebra, que luego va creciendo en una red de hebras y tejido de un movimiento del cual te sientes parte. Ya no estás sola.
La vivencia feminista o el “feminismo vivido”, necesariamente, es con las amigas, con quienes crecemos, caemos y nos levantamos, a las que les contamos todo, a las que les preguntamos si llegamos bien a nuestras casas y avisamos que estamos vivas y a salvo, con las que marchamos en cada conmemoración, cuando cualquier mujer cae bajo las garras de la violencia patriarcal.
Es por eso que, en la búsqueda de conocer más sobre Julieta Kirkwood, recurrimos a sus amigas cercanas, quienes han continuado su tejido en la academia, en la política y las artes. Esas amigas que se manifestaban antes de nuestra llegada al mundo y hoy se manifiestan junto a nosotras, en este tejido cada vez más grande.
Todas coincidieron en que fue una mujer excepcional, con ese “algo” que le permitió tejer entre los nudos de la teoría y la amistad feminista que dio vida al MEMCH-83 , su voz suave y sabia, pero su rebeldía e inquietud por remover lo que nadie se atrevía a tocar.
Es común escuchar y compartir entre nosotras hoy en día que no nos cuidan ni el Estado ni la policía, sino nuestras amigas, que en ellas encontramos la fuerza para seguir adelante frente a la violencia y la impunidad.
Julieta siempre contó con sus amigas, quienes estuvieron con ella hasta su último momento de vida y llevaron en sí mismas sus hebras, siguieron hilvanando y tejiendo.
Gracias a ellas podemos ir cerrando con cada puntada, aquella Julieta que nuestra generación ha conocido en sus libros, cátedras, cartas y escritos, con aquella Julieta que retratan sus amigas.
Jóvenes de la oleada feminista actual investigan y quieren saber sobre Julieta Kirkwood. El otro día le contaba a una de ellas acerca de cómo Julieta parió el lema “Democracia en el país y en la casa”.
Fue en una Jornada de Reflexión del Círculo de Estudios de la Mujer a la que asistimos muchas mujeres, de modo que nos dividimos en pequeños grupos (al azar, en plan lúdico, cada una sacó una tarjetita que le indicaba un color).
Debió ser el año 1983. A Julieta y unas nueve más -entre ellas la que suscribe- nos tocó tarjeta amarilla. Y al grupo de las amarillas, “amar-y-ya”, nos tocó sentarnos a reflexionar bajo la cúpula de la iglesia (debimos estar en alguna dependencia de la Vicaría de la Solidaridad). Y fue ahí que a Julieta le vino la inspiración de la famosa frase.
Rápidamente dedujimos que provenía del Espíritu Santo, o sea de una Espiritesa -Santa pero muy Santa- bendita frase que articuló inquietudes y voluntades contra la maldita Dictadura. ¿Fue así? Hace un rato escuché a Antonieta Saa contar muy convencida que fue en un lugar distinto.
Más allá de la anécdota, así como “Derecho a voto” sintetizó la demanda feminista de los años 40, el lema “Democracia en el país y en la casa” fue lo que a Julieta le faltaba para lanzar su “Buena Nueva del Feminismo”. Fue un lema con alas que voló más allá de ese Círculo, abonó el florecer de más grupos y la posterior convergencia de mujeres de todos los grupos y partidos políticos de centro-izquierda (desde la DC hasta el MIR) que participaron activamente en las protestas contra la Dictadura.
Escribió Julieta: “Pudiera parecer paradójico que el Feminismo en Chile haya resurgido en una situación de quiebre democrático y de violencia militar institucionalizada. Sin embargo, no es así. La totalidad de la reivindicación feminista es básicamente un discurso y una praxis de vida…” (“Eros y no Tanatos”.Tejiendo Rebeldías. Pág 118 ).
Patricia Crispi
Yo pude conocerla de manera bastante cercana en un período específico, entre 1983 y 1985, y compartir con ella y muchas otras, el auge del feminismo de la segunda ola y la lucha por la “democracia en el país y en la casa”.
También fuimos compañeras de trabajo en la FLACSO y vecinas directas en la Quinta Michita. Era una mujer brillante, con sentido del humor y le gustaba el tango. Me encanta que Julieta sea un referente para las feministas jóvenes de hoy día, en plena reinvención del feminismo. Además de sus aportes a la historia de las mujeres y la teoría de género, ella siempre quiso ¨salir con carteles a la calle y encontrarme en multitudes para cambiar la vida…¨
Alicia Frohmann
Tuve el privilegio de ser su vecina en la Michita. Nuestras casas estaban pegadas por detrás.
Teníamos hijos de edades parecidas que jugaban juntos. Militamos en el mismo colectivo feminista.
Tenía su gran amor, Enzo Faletto, de la FLACSO, quien estuvo con ella hasta ese último día en la clínica cuando todas nosotras la acompañamos a morir.
Me tocó más de alguna vez editarle escritos o nuestras rascas publicaciones. Yo me pegaba a la gramática y ella me retaba, porque no había que seguir ninguna regla cuando se tratara de nuestras reivindicaciones.
La nuestra fue una relación muy doméstica. Yo tenía una guagua y ella me la pedía prestada. Le encantaba cuidar su pelo largo y usar collares llamativos.
Todas llevamos enormes ramos de flores a su entierro. Yo corté unas dalias de su jardín y las puse sobre su ataúd.
Elena Serrano
Como Club de Té agradecemos con todo nuestro corazón a las ilustradoras que aceptaron formar parte de este ambicioso proyecto y a las queridas amigas de Julieta Kirkwood por inspirarnos y reafirmar el valor de la amistad, la rebeldía y la sororidad.
Esta es la primera publicación en formato ebook que realizamos bajo Microeditorial Pancito y esperamos que vengan muchas más en el objetivo de la autogestión del conocimiento y el trabajo feminista.
Usa esta publicación como desees, léela, compártela y difúndela. Recuerda citar como referencia su contenido y las obras de Julieta Kirkwood utilizadas, disponibles en Memoria Chilena, FLACSO y CLACSO.
Pueden descargar “Porfiada y Furiosa: Un homenaje ilustrado a Julieta Kirkwood”, en la conmemoración de los 35 años de su fallecimiento más abajo.