Texto por Constanza Jorquera e ilustración por Catalina Teuber / Monitos Feitos.
Con Taylor Swift compartimos varias cosas. Amamos los gatos, el labial rojo, sentir demasiado intensamente y nacer en 1989.
Como fanática de la cultura pop y MTV, supe de su existencia en el infame momento de los VMA de 2009 cuando Kanye West interrumpió su discurso. Al igual que otras figuras culturales importantes de mi vida, aparecía en mi feed de Tumblr, ese espacio mágico que sólo quienes nos convertimos en adultas en sus orígenes podemos comprender en su total complejidad.
Nunca había visto a una cantante que tuviera mi edad, me sentía la protagonista de mi historia cantando 22 y celebraba estar en mi último de universidad…y tener 22.
Nunca me consideré fan, pero al ver la portada de 1989, la más hermosa que he visto en mi vida, con el año en que nací escrito con plumón en tamaño grande fue muy impactante, cantando sobre Nueva York, la ciudad de mis sueños que había visitado meses antes. Las canciones eran más alegres y se alejaban del dolor de tener el corazón roto.
En ese momento no sabía que los medios seguían sus pasos, estaban obsesionados con sus relaciones amorosas, llamándola manipuladora, despechada, incapaz de estar sola y buscar la atención. Tampoco sabía lo que comentaban sobre su cuerpo mientras ella sufría un trastorno alimentario.
El 2016 fue el año más difícil de mi vida (también el de Taylor) junto al 2022 (volveré al 2022 después), de modo que no estuve involucrada la polémica de la canción y el video de Famous, las serpientes y que la opinión pública no sólo le dio la espalda, la canceló completamente. Me preguntaba cómo era posible tanta crueldad hacia una persona en vez de dirigir la molestia hacia el verdadero villano del origen de la historia. Recuerdo que en redes sociales llamaban a eliminar todo rastro de ella, porque si no lo hacías eras cómplice de la peor persona del mundo y me negaba a borrar de mis playlists aquellas canciones que me habían acompañado durante toda mi juventud. Siguió el silencio, el renacimiento con Reputation , la venta de sus masters y Lover, su primer álbum de la nueva era de independencia, lleno de color y arcoíris.
Pasaron los años, llegó la pandemia y todo se volvió gris y silencioso, Folklore y Evermore que me acompañaron cuando mientras intentaba sobrevivir el periodo más oscuro. El año pasado, mientras planificábamos la quinta temporada de nuestro podcast Té con Sorité, decidimos con Cata elegir a veinte mujeres que han sido consideradas y perseguidas como brujas a lo largo de la historia y la primera que vino a nuestra mente fue Taylor Swift; ella misma lo menciona en su canción “Mad Woman”.
En el proceso de investigar para la grabación vi el documental Miss Americana y leí todo lo que pude sobre ella, desde posts de fans, reportajes, videoensayos, hasta papers académicos sobre feminismo y tesis de múltiples campos disciplinarios donde la usaban como estudio de caso, los que la alababan y los que la destrozaban. Todo me pareció tan interesante, especialmente bajo el prisma de que a muchas de mis amigas les gusta su música y siempre fue una presencia en mi vida mientras crecíamos juntas.
Si bien revisitar sus álbumes me hicieron atravesar todas las emociones posibles en el momento culmine de enfrentarme al duelo más importante de mi vida y a la decisión de aprender existir nuevamente, no fue hasta el lanzamiento de Midnights donde todo cobró sentido y recuerdo que apenas se publicó no paraba de llorar mientras escuchaba cada canción. Cómo podía existir esta persona que sabe lo que pasa en lo más profundo de mi mente, lo que primero se sintió como si llegara a abrir con las manos una herida plenamente abierta para meterse dentro de todo eso que he mantenido contenido y cerrado bajo una coraza, y después fue como si una amiga me dijera “siempre he estado contigo, cerremos esta herida, va a doler, pero sanaremos juntas”.
Hace unos días conversaba con mi amiga Polett y le decía que todas las autoras (también brujas) que estudiamos en sus talleres de literatura siempre eran presencias en mi vida, se encargaban de estar y aparecer en mi cotidianidad, pero que recién en los últimos años me había dedicado a conocer sus vidas, leerlas y conectar con ellas, y desde entonces aparecían cada vez más, como ancestras guardianas.
Me dijo con mucha sabiduría: “siempre estuvieron, pero teníamos un velo encima”. Con Taylor es lo mismo y comprendí que siempre estuvo acompañándome desde el otro lado de la calle, que siempre estuvimos conectadas pero nunca lo vi. Si bien amo la literatura, siempre le he tenido temor a la poesía en el sentido más tradicional, así que las canciones son mis poemas, es en esas letras donde personas que admiro pueden expresar lo que me sucede y lo que siento cuando ni yo misma puedo llevarlo a palabras.
Ese episodio del podcast se gestó y publicó en el nuevo peor periodo de mi vida y decidí de forma consciente hacerla parte de mi vida. Taylor creció, maduró, se dio cuenta de que fue feminista todo el tiempo, liberándose de las ataduras de las relaciones no constructivas, de buscar ser la mejor y validarse en función de las expectativas de los demás, negándose a ser silenciada o definida por sus enemigos. Yo también.
Recorrer su obra es como leer su diario de vida, al igual que las otras escritoras que me acompañan. Tanto Sylvia Plath, Virginia Woolf, Alejandra Pizarnik, Taylor Swift y tantas otras han creado arte subversivo en un mundo patriarcal mientras sus vidas han sido analizadas, juzgadas, malinterpretadas y desgarradas, retratadas como locas, inmaduras, desesperadas, enfermas. Son mujeres valientes que han sido honestas con sus experiencias personales pese a la vergüenza, el trauma y el juicio.
“Puedes pararte allí y dejar que la ola te golpee, y puedes esforzarte lo más que puedas para luchar contra algo que es más poderoso y más grande que tú. O puedes sumergirte bajo el agua, aguantar la respiración, esperar a que pase y mientras estás ahí abajo, intenta aprender algo. ¿Por qué estaba yo en esa parte del océano?”, dijo en una entrevista a The Guardian en 2019 en el marco del lanzamiento de Lover reflexionando sobre lo que define como el “maremoto” de cancelaciones desde todos los frentes y haciendo referencia a la canción Clean de 1989: "Cuando me estaba ahogando, fue cuando finalmente pude respirar".
La elección de Taylor de volver a grabar cada álbum le permite expresar su agencia y libertad, generando mayor consciencia sobre las injusticias, violencia y sexismo en la industria de la música, especialmente si tomamos tu historia junto a la de otras artistas. Enfrentarse a la “Versión de Taylor” va más allá de escuchar las canciones y ver las portadas con algunas modificaciones, significa luchar por darle dignidad a nuestro trabajo y tomar el control sobre quiénes somos y lo que entregamos al mundo, escapando de la victimización y la pasividad que las necesidades de los hombres esperan de las mujeres.
El anuncio de 1989 (Taylor’s version), para mí, es reflexionar sobre el crecimiento, una oportunidad para abrazar con amor y compasión a mi yo del pasado, pues si bien la niñez, la adolescencia y esa parte de mi juventud no volverán, es un reencuentro que permite sanar y seguir hacia el futuro con más empatía, conexión y paz. El lanzamiento en octubre continúa su ritual de lanzar al mundo sus álbumes entre octubre y noviembre, en 2014 con 24 años y simbolizando el escapismo y la autoconfianza, y en 2023 con 33 años, está presente y con una confianza consolidada por la madurez y aceptarse a sí misma.
Hace unos meses le dije a algunas amigas que el día que Taylor lo anunciara me tatuaría 1989 con su letra y lo hizo mientras veíamos con una amiga el streaming del último concierto en Los Angeles. Ya era de madrugada aquí, el 10 de agosto, el día en que se cumplió un año de la partida de mi abuelita, así que lo tomé como una señal y ese día en la tarde fui a tatuarme los años de nacimiento de ambas con la tipografía de Taylor para que fuese más significativo y mientras esperaba, mi amiga Cata me envió la ilustración de la nueva portada del álbum versión Sorité, que fue la inspiración para este post.
En entrevistas promocionales para su álbum 1989 en 2014, Taylor se expresó públicamente por primera vez acerca del feminismo: “La misoginia está arraigada en las personas desde el momento en que nacen. Entonces, para mí, el feminismo es probablemente el movimiento más importante que podrías adoptar, porque básicamente es otra palabra para igualdad”.
1989 fue para ella una metamorfosis y la forma perfecta de definir y apropiarse de la música que estaba haciendo pese a la negativa inicial de su sello discográfico en ese entonces. Comienza con Taylor contándonos que se mudó a Nueva York desde Nashville y su transición desde el country-pop a un pop más electrónico, y continua narrando sus experiencias sobre dejar ir una relación amorosa, escapar de la atención de los medios, aceptar los errores para encontrarse a sí misma.
Con 1989 ganó el premio Grammy al Álbum del año, siendo la primera artista femenina en ganar dos veces esa categoría, también ganó un Grammy por Mejor álbum pop vocal, y fue incluido en la lista de 500 mejores álbumes de todos los tiempos de la revista Rolling Stone.
La portada del álbum es una polaroid de ella misma, donde no vemos sus ojos, lleva una camiseta con gaviotas volando y está escrito 1989 y T.S. con su letra. En 1989 (Taylor's Version) vemos su rostro completo, sonriendo en una playa mientras las gaviotas vuelan libremente, que al mostrar su etapa actual nos produce alegría, orgullo y esperanza de llegar a esa misma playa, y llegar a ser definidas por las cosas que amamos, no por las cosas que odiamos…partiendo por nosotras mismas.
Taylor Swift ha usado su voz para hablar sobre tantos temas de la experiencia de ser mujer en las distintas etapas de la vida, alentando a quienes la admiran y se identifican con su historia a ser fieles a sí mismes. The Eras Tour y el lanzamiento de sus álbumes versión Taylor nos hace reencontrarnos y celebrarnos.
“Give me back my girlhood it was mine first”… lamentablemente, Taylor ni nadie puede devolvernos la niñez que nos fue arrebatada, a esa niña que fuimos, pero refugiarnos en un espacio seguro ya sea solas en nuestras habitaciones escuchando sus canciones o compartiendo con otras mujeres en redes sociales o en un concierto es una oportunidad poderosa para ser vistas y mostrarnos brillantes, vulnerables, como realmente somos. Reclamar el concepto de “girlhood” (algunos medios han catalogado el 2023 como “The year of the girl” gracias a The Eras Tour y la película Barbie) me lleva inmediatamente a nuestro primer manifiesto, especialmente en la parte que versa “Agruparse y organizarse en función de un objetivo es político, articular un espacio seguro y una red de apoyo que profundice el vínculo político y humano entre mujeres lo es aún más, porque allí hay poder, nuestro poder, ese que nos ha sido negado a lo largo de la historia”.
Estos espacios promovidos por personas como Taylor Swift, Greta Gerwig, Sofia Coppola y tantas otras demuestran la necesidad de estos espacios de libertad para sanar y el anhelo de una comunidad en la que podemos conectarnos en torno a una pasión y experiencias compartidas. Sí, los “gustos de mujeres” siempre serán objetos de burlas y prejuicios, pero no debemos avergonzarnos por ellos sino que celebrarlos, pues como America Ferrera en una entrevista reciente en el marco de las promociones de Barbie señaló “Crecer es dejar atrás las cosas infantiles, especialmente para las mujeres…Los hombres pueden tener sus cuevas de hombres y jugar sus videojuegos para siempre”, a las mujeres se nos obliga a crecer demasiado pronto y desprendernos de las cosas que amamos para hacernos adultas y cumplir los roles de género que la sociedad patriarcal exige de nosotras, mientras a los hombres se les permite ser niños por siempre.
Eso es algo recurrente en mi vida, siempre me han gustado “las cosas de mujeres”, el rosado, “los grupos por los que lloran las quinceañeras”, “la música de la gente rara” y, por ende, siempre se ha cuestionado mi madurez y he sido infantilizada, porque todo eso me ha permitido disfrutar en medio de lo difícil que es el mundo para las mujeres, existir y encontrarme con mi nuevo 1989…el año en el que nací.
Estoy amando demasiado este viaje en mis treintas, descubriendo letras, historias, sorprendiéndome por primera vez, enamorándome de cada era, sintiendo intensamente sin disculpas, abrazando a esa Taylor y a esa Constanza de esos años y a nuestra versión del presente.
Espero que este “año de las chicas” esté por siempre en nuestros corazones y que esas imágenes de mujeres vestidas de rosado inundando los cines, regalarse Barbies, hacer e intercambiar pulseras de la amistad y los videos de personas con sus amigas, expresando la felicidad más genuina, creando sus outfits y sintiéndose hermosas, sólo para ellas mismas, llorando a mares con una canción o una escena, sean el comienzo de una nueva era en nuestras vidas, porque Taylor nos enseñó que “the best people in life are free”.