Texto por Constanza Jorquera e lustración por @imfugaz
Cada año en el mes de septiembre, se conmemora el mes de la memoria y los derechos humanos, con el objetivo de recordar a las víctimas de violaciones a los derechos humanos por parte del Estado de Chile durante la dictadura cívico militar liderada por Augusto Pinochet.
La memoria no solamente consiste en reconstruir el pasado desde nuestro presente, sino que es pieza esencial de nuestra identidad como sociedad y herramienta para construir un mejor futuro para todes. Por lo tanto, no hay que olvidar que la construcción de memoria es un trabajo sistemático y permanente que requiere la voluntad y esfuerzo de múltiples actores en múltiples esferas de la sociedad, lo cual es difícil de encontrar en Chile.
Gracias a las redes sociales y la mayor disponibilidad de plataformas para encontrar trabajos e información clave en diversos formatos, poco a poco la sociedad va tejiendo su propia historia, desatando esos nudos históricos que son bastante complejos de analizar a simple vista y que no son necesariamente evidentes.
Siguiendo a Steve Stern (2013), las luchas por la memoria en democracia se puede ejemplificar en lo que llama una caja de pandora, la cual contiene tres tipos de memoria. La primera es la "memoria como salvación", es decir, aquellas personas que consideran que el Golpe de Estado fue una salvación ante la profunda crisis económica, política y social en los últimos dos años del gobierno del presidente democráticamente electo Salvador Allende, de modo que se consideran a las fuerzas armadas como los héroes que "salvaron a la patria" y trajeron seguridad y prosperidad económica al país. En cuanto a las violaciones a los derechos humanos, algunas personas las abordan como un invento o exageración (los llamados "negacionistas"), mientras que otras llegan a plantear que fueron "necesarias" porque las víctimas correspondían a una amenaza a la seguridad nacional.
La segunda corresponde a la memoria como "ruptura, persecución y despertar", promovida por quienes fueron perseguides y afectades por la dictadura, familiares de personas detenidas desaparecidas, sobrevivientes de torturas y personas que sufrieron represión y un deterioro de sus vidas. A nivel de sociedad civil organizada, destaca la labor de organizaciones dedicadas a la defensa de los derechos humanos y la democracia.
La última la llama "indiferencia" o "caja cerrada", la cual peligrosamente tiende a acercarse al primer tipo de memoria. Supone que se debe dejar el pasado atrás para seguir adelante, considerar a quienes pertenecen al segundo grupo como personas resentidas, promotoras del conflicto y la división de la sociedad que impiden un ideal de "unidad nacional" frente a los desafíos del futuro.
Por último, la 'memoria como caja cerrada' se relaciona con aquellos grupos que defienden la importancia de borrar el pasado, o la necesidad de 'seguir adelante' y olvidar para curar las heridas y proteger la estabilidad de la democracia (Stern 2009, 127-132).
Con todo, el autor remarca que la dictadura es una tragedia nacional colectiva y compartida, y su carácter de inconcluso (en sus palabras, "obra inconclusa"), de modo que las generaciones más jóvenes tienden a reproducir las visiones de mundo de aquellos familiares que vivieron durante el gobierno de la Unidad Popular y/o el periodo de la dictadura.
Cuando vi el anuncio sobre la transmisión del documental "la Batalla de Chile" por primera vez en televisión abierta sentí mucha emoción, no solo porque fue un hito en la historia televisiva y de nuestra propia sociedad, sino porque recordé mi adolescencia. Leí muchos comentarios en Twitter de personas de mi generación que tenían una experiencia de vida similar a la mía, lo cual se relaciona enormemente con los argumentos de Stern.
Mi generación creció prácticamente sin internet, las redes sociales no existían y los medios de comunicación eran los tradicionales, pues tampoco en la televisión por cable no se transmitían contenidos relacionados a Chile. Por lo tanto, la única forma de conocer la historia reciente era a través de los relatos familiares y en mi caso, hasta el día de hoy es una mezcla de los tres tipos de memoria.
Mi familia vivió en la Villa Portales durante varias décadas, incluyendo el Golpe de Estado. Siempre me contaban sobre las filas para obtener comida y lo terrible que era la escasez, el bombardeo de la Universidad Técnica del Estado (UTE), hoy la Universidad de Santiago que paradójicamente es la universidad a la que pertenezco desde 2009, mi abuelita llorando mientras escuchaba el discurso del presidente Allende en la radio y enterarse de su muerte, los "enfrentamientos" en las calles y, posteriormente, una mutación de las típicas familias que se consideran apolíticas, donde por regla "no se habla de política en la mesa", pero que al final siempre fueron discursos de las memorias de la salvación, la indiferencia y la caja cerrada.
"Era tan seguro andar por la calle, no había delincuencia en los tiempos de Pinochet", "esa gente comunista es tan resentida, siempre anda peleando por todo", "por algo les pasó, se lo buscaron", "muchos militares también murieron si lo de los derechos humanos lo usan solo para defender a los delincuentes", son comentarios que escucho constantemente y se imaginarán lo difícil que fue y ha sido para mi vivir en este entorno desde el estallido social.
Es por eso que agradezco tanto a mis profesores en el colegio y en la universidad, y la memoria se volvió tan importante para mi. Cuando estaba en tercero o cuarto medio, vimos La Batalla de Chile y un documental sobre el plebiscito de 1988 del proyecto Teleanálisis. Nunca había visto algo así, era tan extraño y diferente a lo que me habían contado en mi familia, ¿todo eso realmente había pasado?
Durante mi carrera, tuve muchísimos cursos de historia europea, latinoamericana y chilena, además de antropología y de investigación. También fui afortunada, porque varios profesores habían vivido el proceso de ser detenidos y exiliados, nos mostraban muchos documentales y películas para que las analizáramos y una profesora nos daba como trabajos realizar etnografías, historias orales y análisis documentales enfocados en la dictadura. Gracias a eso he podido educarme bastante e intento compartirlo con quienes me rodean, desarrollar un pensamiento crítico y una opinión propia sobre estos temas, lo que me ha permitido distanciarme completamente (aunque es doloroso a veces) de las visiones de mi familia. pero entiendo que ese "privilegio educativo" no es común, cuando debería ser "normal" en todas las personas al entender el acceso a la información como un derecho humano.
Les cuento esta experiencia tan personal para reforzar la idea de que nunca es tarde para aprender y cuestionar la realidad, parte de la vida es precisamente eso, que es válido formar nuestra opinión aunque sea diferente a la de nuestras familias y seres querides.
Quiero citar el tuit de la escritora Francisca Solar que refleja bastante bien mi argumento: "Uno de los costos de nacer en familia apolítica, con padres apáticos de la historia y la contingencia, es que crecí en una burbuja de omisión. Me autoeduqué tarde, recien en la U. No te burles de quien acaba de descubrir #LaBatalladeChile. Nunca es tarde para decir #NuncaMás".
En 2003 se creó la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura, conocida como Comisión Valech, cuyas conclusiones se publicaron en 2004 y creándose un segundo informe en 2011, Comisión Valech ll. De acuerdo a este informe, más de 3.000 personas murieron o desaparecieron entre 1973 y 1990.
De acuerdo al Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) de Chile, las víctimas de la dictadura cívico militar superan las 40.000 personas. Tan solo estos datos demuestran la importancia de recoger los testimonios y mantener vivas las experiencias de las personas, aquellas que con su verdad demuestran capacidad de supervivencia y de resistencia, un legado traumático y terriblemente doloroso que nos entregan para nunca olvidar y no permitir crímenes de lesa humanidad en ningún lugar del mundo. Pero aún así, existen personas que deciden conscientemente negarlo o mantenerse indiferentes...recuerden, todo es político y todas nuestras acciones dan cuenta de un posicionamiento político.
Se habla de “recuperar la democracia”, porque sí, fue gracias a la lucha incansable de muchísimas personas que permitieron que hoy vivamos en una sociedad democrática, aquella que continuamente ha sido amenazada y violentada de múltiples formas en nuestra historia reciente. Gracias a mi entorno profesional, he podido conocer a muchas personas que participaron en la lucha por la democracia en distintas esferas y entendí el valor de escuchar a les demás y visibilizar sus experiencias.
Es por todas esas personas que ya no están, por sus seres querides, que debemos luchar por la memoria como un objetivo transversal, por darles dignidad y reconocimiento, por llevar nuestras heridas con orgullo, resistencia e incluso optimismo, porque no olvidamos y mientras llevemos con nosotres los nombres, imágenes, palabras y recuerdos, podemos seguir adelante.
¿Por qué la transmisión intergeneracional de la memoria es tan importante?
La conmemoración del Golpe de Estado en Chile estimula la reflexión sobre las diferencias y similitudes entre el pasado y el presente, y la importancia de la práctica activa de la memoria a largo plazo. De acuerdo a múltiples trabajos, la creación y promoción de memorias intergeneracionales sobre el pasado reciente permite reemplazar los “círculos de silencio” por “círculos de apoyo”, mediando entre los efectos traumáticos de dolor público y privado, y el aprendizaje de las generaciones actuales en conjunto con la emergencia de una consciencia colectiva.
El pasado y la memoria forman un continuo, una construcción presente. En palabras de Deleuze (1964), “la memoria no aprehende el pasado directamente; lo recompone con diferentes presentes”.
La importancia de la memoria desde una perspectiva feminista
El período de la dictadura afectó profundamente a las mujeres y sus roles sociales, promoviendo el regreso a la “vida familiar”. Las mujeres fueron especialmente marginadas y atacadas… los derechos de la mujer ni siquiera se incluyeron en la actual constitución, tampoco fuimos nombradas.
La dictadura sistemáticamente buscó borrar a las mujeres de la esfera política y, desde entonces, los movimientos feministas ha sido fundamentales para volver a politizar nuestros derechos. Asimismo, las torturas hacia las víctimas de violaciones a los derechos humanos fueron específicamente diseñadas para las mujeres y ha sido gracias a los testimonios de las sobrevivientes que podemos conocer los horrores de casi dos décadas de autoritarismo.
En la década de 1980, el movimiento de mujeres se volvió cada vez más politizado y diverso. Las organizaciones de mujeres, como las Familias de Detenidos y Desaparecidos y las Familias de Presos Políticos, Mujeres por la Vida, MEMCH-83, Círculo de Estudios de la Mujer y diversas organizaciones comunitarias a lo largo del país estuvieron a la vanguardia del movimiento de derechos humanos y la recuperación de la democracia en Chile mediante manifestaciones masivas y creación de redes de solidaridad y apoyo. Fue gracias a nuestras ancestras que, durante la extensa trayectoria de la genealogía feminista chilena, podemos tener una voz y progresivamente más derechos.
De acuerdo a Walker (2008), “los Centros de Madres estaban controlados por los militares y ahora funcionaban para disuadir a las mujeres de participar en política. Aunque la dictadura buscaba evitar que las mujeres estuvieran activas fuera de casa, sus políticas económicas y su estructura política tuvieron el efecto contrario: la pobreza extrema obligó a las mujeres a buscar empleo y participación social para sobrevivir, y comenzaron a participar en movimientos sociales de base”.
¿Qué podemos hacer?
- Visita o sigue las actividades de sitios de memoria: Los museos y memoriales de derechos humanos forman de la justicia transicional y desempeñan un papel importante al promover la memoria, la comprensión y el recuerdo de periodos de violaciones a los derechos humanos, especialmente para las personas que no tuvieron la experiencia directa.
- Conversa con tu entorno sobre la historia reciente de Chile y el significado de este día. Escucha las opiniones (está bien no estar de acuerdo), expresa tus preguntas y visiones, generando una retroalimentación respetuosa.
- Busca, lee y comparte material bibliográfico y documental sobre el proceso histórico, da énfasis a los testimonios de les sobrevivientes y familiares de víctimas de la dictadura. Comparte sus nombres y sus historias para que no sean olvidades.
- No permitas discursos negacionistas y odio, así como información falsa y tendenciosa. Denuncia por las vías correspondientes y no establezcas discusiones infructuosas, recuerda que el autocuidado es fundamental en este proceso.
Fuentes citadas:
- Guilles Deleuze (1964). Lógica del Sentido. Barcelona: Piadós.
- Steve Stern (2013). La caja de la memoria en el Chile de Pinochet. Santiago: Ediciones Universidad Diego Portales.
- Kristen Walker (2008). Chilean women´s resistance in the arpillera movement. CETRI.